DAN BROWN. “EL SÍMBOLO PERDIDO”.
Siempre he admirado la capacidad de Mr. Brown para combinar el detalle de sus investigaciones hemero-biblio-gráficas con la capacidad para construir una trama de suspenso e intriga. Cada vez que termino uno de sus libros, me deja la didáctica sensación de haber aprendido algo nuevo. Sin embargo, otra vez me deja mal sabor de boca, porque a pesar de su evidente erudición, no puede negar su esquema mental totalmente anglosajón.
En la crítica que hacía a uno de sus libros anteriores (“Ángeles y Demonios”, el primero de la “saga Langdon”), le reprochaba abusar del cliché “árabe = malvado asesino” para uno de sus antagonistas; y me preguntaba que nuevo grupo étnico elegiría ahora para su villano en “Símbolo Perdido”.
Pista: en el Viejo Testamento, Dios pone a prueba la fe de Abraham y le pide que sacrifique a su primogénito. La forma en que Dan Brown se aprovecha de este pasaje de la Biblia y le da retorcidas vueltas de tuerca para llevarnos a uno de los golpes dramáticos más “impactantes” de la novela, sí es algo digno de admirarse.
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Por ahí aparece una agente de la CIA, Satto; una mujer asiática tan amargada y seca que cumple a la perfección su papel de “voz de la conciencia”. Un personaje que podría estar inspirado en cualquier Manga Japonés de terror.
He aquí el estereotipo que faltaba en la galería de villanos de Mr. Brown. Para hacer más grotesco al personaje, Dan Brown le crea un pasado donde Satto padeció cáncer pulmonar, del que salvó la vida, pero no las cuerdas vocales; así que le toca usar un pequeño micrófono con altavoz portátil, cual villano de James Bond o de película de David Lynch.
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Y yo que me quejaba de que el filme “Día de la Independencia” (ID4) giraba en torno al 4 de julio…
Aunque en esta ocasión, Dan Brown mejoró un poco el trazo de sus personajes, realmente me decepcionó la (no tan) sutil apología que hace del “Destino Manifiesto” estadounidense, y de su ardua labor de convencimiento para persuadirnos del porqué E.U.A. es y debe ser, el imperio más capacitado para convertirse en el renacimiento espiritual (léase “policía de las conciencias”) del planeta.
Este libro es uno de los textos más anglo centristas que he leído. Dicho sea de paso, el Sr. Brown nos va explicando poco a poco (casi llevados “de la manita”), porqué la Masonería, a pesar de ser una sociedad secreta infiltrada en los círculosmás íntimos del poder (según cuenta la leyenda urbana), no es ni mala, ni perversa… sólo es un poco excéntrica, pero de buenas intenciones.
Lo chusco: Dan Brown incluye un masón afro-americano del Grado… ah, no lo recuerdo, pero era de los meros meros importantes. Pa’ que vean que los Masones no son racistas, ¿eh? Va a ser interesante observar si conservan este personaje como tal en la versión fílmica o le cambian el tono de piel.
Debo reconocer que sí hay un espacio para el debate entre diversas ideologías, encarnadas por los distintos personajes; pero esa sutileza con la que Brown intercala sus mensajes Pro Norteamérica, es lo que me asusta.
CONCLUSIÓN
En fin, le daré el beneficio de la duda a “Símbolo Perdido”; creo que como autor, Dan Brown trata de hacernos llegar un mensaje lleno de esperanza mística y de reencuentro del ser humano con lo divino… lo malo es que también hay un viejo y conocido refrán que dice: “el camino al infierno, está empedrado por las buenas intenciones” (especialmente si ese camino pasa por la Ruta 66).
Quiero creer que, al ver tanto talento “desperdiciado”, hubo algún jugoso cheque de por medio por parte de la administración estadounidense, para romper el mito de que los Estados Unidos no tiene una cultura propia; ahora resulta que sí la tiene, y que además proviene de la filosofía de los “Padres Fundadores” de la nación norteamericana; el problema es que, en el devenir histórico, se le había olvidado al pueblo norteamericano; pero no se preocupen, que Robert Langdon está aquí para darle ese sentido de arraigo cultural al gringo promedio.
Dicho sea de paso, y esto es lo importante, Brown omite la teoría del “caldero cultural” (melting pot) y jamás menciona las raíces aportadas por sus pueblos indígenas (mejor conocidos con el despectivo mote de “apaches”) que habitaban el territorio, previo a la llegada de los colonizadores ingleses.
En fin, le daré el beneficio de la duda a “Símbolo Perdido”; creo que como autor, Dan Brown trata de hacernos llegar un mensaje lleno de esperanza mística y de reencuentro del ser humano con lo divino… lo malo es que también hay un viejo y conocido refrán que dice: “el camino al infierno, está empedrado por las buenas intenciones” (especialmente si ese camino pasa por la Ruta 66).
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