Feyerabend critica la concepción racional y sistemática que el
común de las personas (y de los científicos) tienen del proceso de
investigación científica. Uno de sus principales ataques es contra el
racionalismo de Karl Popper, quien postula todo un esquema del “deber ser” de
La Ciencia.
Popper dice: “debemos desechar inmediatamente aquellas teorías
que tengan hechos factuales en contra”. Feyerabend responde: lo anterior no es
posible, pues aún la teoría más refinada ha encontrado hechos que no concuerdan
con ella, y no por ello se le rechaza, al contrario, se sigue teniendo “fe” en
ella mientras se encuentra la forma de solucionar esta discrepancia con los
hechos experimentales.
Popper dice: no es válido “remendar” las teorías científicas
para que concuerden con los hechos del mundo que las contradicen. En otras
palabras, las hipótesis ad hoc no pueden ser utilizadas. Feyerabend
responde: todas las teorías científicas para poder seguir existiendo como
tales, tarde o temprano, necesitarán hipótesis adicionales. Y eso no implica
que dejen de ser válidas.
Popper dice: “lo que distingue a la ciencia de otras
disciplinas, es la contrastación que hace de las propuestas propuestas
teóricas con los hechos experimentales. Feyerabend responde: No es posible tal
contrastación, pues para visualizar los hechos experimentales es necesario
tener de antemano una visión teórica que nos indique qué cosas podemos
considerar “hechos” y cuáles no.
Lo anterior nos lleva a concluir que las teorías son incontrastables,
pues desde el principio descalifican aquellos argumentos que pueden refutarlas.
O lo que es lo mismo, no es posible hacer la separación sujeto‑objeto
propuesta por el realismo.
Popper dice: “la base del progreso científico es el avance del conocimiento,
pues una nueva teoría siempre es mejor que la anterior, al resolver más
problemas que su antecesora, incluyendo los que ésta explicaba”. Feyerabend
responde: primero, para comparar dos teorías es necesario que “hablen el mismo
idioma” (conceptualmente hablando), pero esto no siempre es posible.
Lo anterior se debe a la inconmesurabilidad de unas teorías con
otras; esto nos lleva a la conclusión de que no importa si la teoría “X” es más
o menos cercana a la realidad que la teoría “Y”. Lo fundamental es que sean
congruentes consigo mismas en su lógica interna. La teoría que elijamos
enarbolar queda a nuestra discreción, pues si la argumentación ha dejado de ser
el criterio de comparación entre las
diversas posibilidades, ¿qué otros criterios vamos a aplicar? Respuesta: El
Estético, el que más nos guste, dice el autor. Por tanto, si la religión o los
cuentos de hadas son congruentes consigo mismos, de acuerdo a las leyes de su
propia lógica (no necesariamente las de la lógica formal) son tan válidos como
sistemas explicativos del cosmos.
…y a favor del Humanismo.
La preocupación fundamental del pensamiento
Feyerabendiano gravita en torno al peligro de alienación que puede significar
la ciencia para el espíritu humano. Teme que el paradigma lógico‑sistemático del
proceso científico desborde sus límites como medio para conocer el mundo y se convierta
en un fin en sí mismo, como futura guía del deber ser humano.
El autor del libro reseñado hace notar
que aunque la ciencia es producto de la actividad humana, no abarca toda la esfera
de las potencialidades del ser humano. Nos advierte del peligro de restringir nuestras
vidas a los principios que rigen la ciencia; nos recuerda la irracionalidad que
nos caracteriza, así como aquellas pasiones que difícilmente pueden entrar en el
ámbito de la ciencia. Le atemoriza la posibilidad de que la rigidez científica termine
por castrar el espíritu humano, reduciéndolo a una mera tautología, estéril, de
la cual no se puede obtener nada nuevo.