Contra el Método Científico
Bases Filosóficas
La propuesta epistemológica de Feyerabend tiene sus raíces en el
materialismo dialéctico. Su base teórica está en Hegel, y la aplicación
práctica de esta concepción filosófica hace referencia al materialismo
histórico. El esquema Feyerabendiano, asimismo, nace de la concepción de La
Ciencia como un fenómeno que puede ser enfocado de manera idéntica a como Marx
y Lenin analizaron los procesos político‑sociales.
La
“Contrainducción”.
De acuerdo con la dialéctica, todo
proceso lleva dentro de sí mismo el germen de su destrucción. Los objetos,
tienden, con el tiempo, a negar lo que son ahora. Aplicando este concepto a las
teorías científicas, Feyerabend afirma que su estructura lógica formal les
impide modificarse desde adentro, pues los mecanismos racionales
tienden a construir estructuras que llegado a un punto, se atoran; debido a lo
anterior, se hace necesario impulsar su movimiento dialéctico desde afuera.
¿Cómo llevar a cabo lo anterior?
Mediante el uso del fenómeno de la “contrainducción”. Esto es, forzar a la
teoría a que nos responda preguntas que no son válidas para ella misma. Y no
sólo eso, sino que propone utilizar alternativas cuyos axiomas sean opuestos a
las teorías establecidas. Feyerabend reconoce que para realizar lo anterior se
necesita un imaginario mental bastante grande; y sin embargo, el autor nos
muestra que algo así puede hacerse, con su ejemplo fundamental: Galileo.
Desde el
punto de vista de Paul K. Feyerabend, el “padre” del método científico
(Galileo) no es tal, pues jamás aplicó la receta del susodicho método en sus
investigaciones. Se nos muestra que Galileo:
a)
Sostuvo
sus hipótesis aún a pesar de que no tenía toda la evidencia material
necesaria para creer en ellas; es decir, que su práctica de investigación nunca
se apegó a los cánones marcados por lo que comúnmente se piensa que “debe ser”
el camino de la ciencia.
b)
No
sólo no mantuvo la continuidad de conceptos utilizados por sus antecesores
(Ptolomeo) sino que rompió con ellos, impidiendo así una posibilidad de
comparación teórica entre la teoría geocéntrica versus la heliocéntrica;
lo anterior contradice la concepción tradicional de El Método (pues éste exige
una comparación entre las teorías en competencia).
c)
Para
sostener sus hipótesis, se valió no solamente de “hechos concretos” que lo
apoyaran, sino que recurrió a tácticas de “persuasión” psicológicas con la
finalidad de ganar “adeptos” a su teoría; entre las anteriores podemos
encontrar la idea de la anamnesis, esto es: “el sujeto ya lo sabe todo,
sólo necesita recordar que lo sabe”. Y precisamente lo que Galileo quiere
demostrarnos es lo que ya “sabemos”.
Con la
reseña histórica mostrada por Feyerabend, queda claro que “El Método
Científico”, en su versión de recetario no fue creada, ni mucho menos
aplicada, por Galileo.
Las interpretaciones naturales.
En nuestro devenir cotidiano,
manejamos una serie de conceptos, principalmente de carácter utilitario, que
nos permiten desenvolvernos con cierta destreza en nuestro medio. Sin embargo,
Feyerabend nos recuerda que la mayoría de dichas interpretaciones (“naturales”)
no son otra cosa que prejuicios, adquiridos a lo largo de nuestra vida, y
remarcados a través de los procesos de aprendizaje y socialización.
El problema radica cuando las
interpretaciones “naturales” interfieren en el proceso de percepción de la
realidad “tal como es” y si la finalidad de La Ciencia es conocer dicha
realidad, ¿cómo va a poder aprehenderla si desde el principio las sensaciones
están contaminadas por nuestras expectativas de qué es lo que debemos
encontrar?
La primera solución que se plantea
es eliminar por completo estas impresiones “naturales”, pero esto únicamente
nos llevaría a una parálisis total en el proceso de conocimiento. La siguiente
alternativa consiste en no desechar dichas interpretaciones, sino apoyarnos en
ellas para luego irlas modificando poco a poco.
Sin embargo, la propuesta anterior
nos lleva a un argumento circular, pues en el análisis que hagamos de los
conceptos involucrados en la interpretación natural, llegará un momento en el
que estaremos utilizando de contrabando dichas interpretaciones. La propuesta
final consiste en atacar estos paradigmas con otros, pero externos,
provenientes de la imaginación del investigador (esto es, haciendo uso de la
contrainducción).
Galileo no sólo procedió
acientíficamente, sino que además lo hizo de forma contrainductiva, esto es:
tuvo que luchar contra las interpretaciones “naturales” de su época, y
encontraron su expresión más refinada en la teoría Ptolomeica. El camino
inverso también estaba presente: Ptolomeo “comprobaba” sus teorías mediante la
utilización de los “hechos” obtenidos a través de la visión de las
interpretaciones naturales predominantes.
El concepto que ilustra la
afirmación anterior radica en el concepto de movimiento que tenían los
contemporáneos de Galileo: el movimiento absoluto. En esta concepción,
el desplazamiento que vemos en los cuerpos corresponde a “lo real”; donde lo
que nuestros sentidos perciben es lo que realmente sucede. Galileo, utilizando
la contra inducción, crea el paradigma del movimiento relativo; a través
de esta óptica, Galileo propone que el desplazamiento que observamos
directamente puede no ser el correspondiente al movimiento real, sobre
todo si el observador se mueve junto con el objeto de estudio.
Realizando este cambio en la
interpretación, Galileo logra que su teoría concuerde con los llamados “hechos
observacionales” recopilados a través de los sentidos. Y no sólo eso, también
consigue (siempre a través de la óptica de la nueva concepción) atacar a su
posición competidora, el paradigma Ptolemaico. Con éste y otros ejemplos
adicionales, queda demostrada la falta de cientificidad en el mismísimo padre
de El Método, mostrándonos como buscó con plena conciencia, la manera de
acomodar los hechos observados para que éstos se ajustaran a sus hipótesis de
cómo está estructurado el cosmos. Lo anterior queda englobado en el “argumento
de la torre” como Feyerabend lo llama.(continuará...)
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