sábado, 25 de agosto de 2012

STEVE JOBS: O de cómo usar los trastornos de tu personalidad para triunfar.



Hace apenas unos días terminé de leer la Biografía de Steve Jobs, escrita por © Walter Isaacson y editada por Random House Mondadori©.


Generalmente, siempre le tengo reticencia a las biografías “autorizadas” (por aquello de que siempre el entrevistado recuerda lo que le conviene y “olvida” ciertos sucesos o pasajes que empañarían su memoria). Este no fue el caso.
Olvidémonos por un momento de los melodramáticos orígenes de este personaje (dado en adopción por su madre cristiana y padre musulmán); adoptado por la encantadora familia de clase media de los Jobs. Vayamos directo a los rasgos más interesantes de su personalidad:
  •    Sus experiencias psicodélicas
  •    Su implacable narcisismo.
  •     Su tajante distinción de las personas entre “genios” o “imbéciles”
  •     Su creencia en el control mental para “distorsionar la realidad”
  •     Su incapacidad para establecer relaciones sociales estables.
  •     Su afán de control total sobre los acontecimientos a su alrededor
  •   Y lo más importante: La noción de que las normas sociales (bañarse, ser amable) y leyes normativas no aplicaban a su persona.


Todos los rasgos anteriormente señalados, en otro contexto, corresponderían a las de una persona mentalmente inestable; incapaz de lograr algo productivo en la vida, destinada a pasar el resto de su vida recluido en alguna lejana y obscura institución psiquiátrica.

Y sin embargo, eso no sucedió.



De forma admirable, es de reconocerse la capacidad de Mr. Jobs de usar a su favor esos “defectillos” de su personalidad, para la suerte del resto de nosotros los mortales.
¿Por qué?

Muy simple: Porque, a pesar de todo, él eligió el camino de la creatividad y no el de la autodestrucción. Su necesidad de “dejar huella” y diseñar algo que aportara un bien a la humanidad, no sin dejar entrever cierta codicia por vender productos que él buscaba que fueran perfectos, hasta el punto de lo exasperante (para los que trabajaban con él).


Cómo se darán cuenta, el autor de este blog no es precisamente un fan de Jobs. Sin embargo, aunque estoy escribiendo esta entrada del blog en una máquina equipada con Word bajo el sistema operativo Windows Vista ®, y reconozco que lo hago mientras escucho la música proveniente de mi iPod.
Lo más destacable de la personalidad de Jobs, era su capacidad de poder ver los posibles entrelazamientos entre las artes y las ciencias (en este caso, el diseño industrial y la informática). Algo que (seamos justos) a Bill Gates no siempre se le ha dado de forma natural.





Lo más inquietante de Jobs, sin embargo, fue su carismática y dominante personalidad, capaz de crear conscientemente un entorno donde él y su marca se convertirían en el sujeto y objeto de un nuevo culto informático.


El tenía la capacidad de convertirse en el creador de alguna secta oscura tipo Charles Manson y sin embargo, eso no sucedió. ¿Por qué? Simple y llanamente, porque sus circunstancias, experiencias espirituales positivas y su capacidad creativa jamás se lo permitirían.

No importa que él se haya visto a sí mismo como “un Elegido”. Lo importante es que lo demostró. Y sin embargo, el cosmos le recordó su mortalidad de forma cruel y despiadada: cáncer de páncreas, de los menos tratables y más letales.

Descanse en paz Steve Jobs, dejaste la huella que te propusiste para ayudar a la humanidad. Lástima que (¿casualidad o causalidad? los genios estadísticamente generalmente mueren jóvenes). Ya la historia decidirá quien aportó más a la vida: si Jobs o Bill Gates.

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