miércoles, 23 de julio de 2014

MEMORIAS de la fábrica de sueños (parte 7 de 8)


 Uno de los primeros conceptos en los que se me adoctrinó en el librito rojo de "melodrama clásico", de autoría atribuida a Lao Tse Pimpst, fue el de Lo Aspiracional. ¿Qué es eso?

Cínicamente, el dogma TV decía: "muéstrale al televidente esa vida de lujos y comodidades con la que sueña, pero que por su condición social, jamás podrá jodidamente tener ...(pun intended); dale algo para soñar, y que al mismo tiempo sea testigo de que los ricos también lloran, y que la pobreza es un estado cercano a la beatitud angelical".

Ese es un paradigma al que me tuve que enfrentar con amargura cuando salía a la luz en las juntas de diagramación de trama; y siempre venía a mi mente esa escena de "Devil's Advocate": ("Velo, pero no toques; toca, pero no lo pruebes, prueba, pero no mastiques, mastícalo, pero no lo tragues"). Así que nunca me lo tragué del todo.

Siempre me he preguntado, ¿por qué seguir apelando a ese principia mercadotécnico, dejando de lado por completo la llamada "movilidad social"? ¿Por qué no mejor hablar de "Lo Inspiracional" en lugar de lo anquilosado e insultante "Aspiracional"?

¿Es demasiado anárquico acaso hacerle ver al televidente que si así lo desea, puede obtener lo que desea, con voluntad y trabajo lícito?

¿No es demasiado cruel mostrarle cosas materiales maravillosas al espectador bajo el siniestro subtexto de que sólo podrá "poseerlas" ahí, en la telepantalla, en su mera imaginación?

Desafortunadamente, lo que le estamos enseñando hoy al público (quiérase ser didáctico o no, siempre hay una moraleja implícita en una telenovela o serie) es que la única vía de salir adelante es convertirte en un nuevo capo mafioso bajo la consigna "es mejor vivir cinco años como rey, a pasar el resto de tu vida como wey".

No hay comentarios: