miércoles, 23 de julio de 2014

MEMORIAS de la fábrica de sueños (parte 3 de 8)

Érase una vez, un libreto (creo que era el 406) donde el final de viernes (el más importante de la semana) era con la protagónica adolescente diciendo: "el maestro se quiso meter conmigo en la regadera".

En realidad ella estaba con sobredosis de tacha y el maestro la metió a la regadera fría (con todo y ropa) para combatir el golpe de calor. Como... la chava estaba drogada, no recordaba bien lo que pasó.

El inocente y creativo editor literario (yo) pensó... "le falta punch" y cambié la línea a "el maestro me quiso toquetear en la regadera".

Pero lo que nadie se esperaba, hasta que lo vimos al aire, es que el director de escena le cambió a: "¡el maestro me quiso violar en la regadera!".

NEXT: violenta tormenta telefónica tetra-partita entre productor, escritora, editor, director.. porque lo que sucedía el capítulo del Lunes (echan de la casa al maestro) se veía demasiado débil para la fuerte acusación de la chava.

CONSEJO: (me lo dio la jefa de Supervisión Literaria, meses después). Mucho ojo, Iván... si escribes una escena fuerte y acotas "se escucha un balazo y el personaje X cae", el director SIEMPRE hará más intensa la escena (habrá forcejeo, un balazo, y el personaje X caerá, en medio de un charco de sangre).

Y pensar que hay "escritoras" que se desmayan si a su retoño le sale sangre por la nariz...

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