miércoles, 11 de agosto de 2010

ESPERANDO EL "AMANECER" EN EL CONSULTORIO






Mientras esperaba mi turno para acostarme en el diván de mi analista, terminé de leer “Amanecer” (Breaking Down) de Stephenie Meyer y creo que tengo un par de cosas que decir al respecto.


Mucho se ha escrito y comentado acerca de la influencia de la formación mormona de la Sra. Meyer. Es obvio el mensaje de parte de la autora a favor de la abstención sexual antes del matrimonio y del abierto rechazo al aborto (¡aunque esté en peligro la vida de la madre!). De eso ya se ha hablado en otros foros, así que pasaré al punto que realmente me frustró como lector de “Amanecer”: su resolución para llegar al final feliz, con el mínimo posible de heridos, sacrificados y muertos. Eso es lo que menos se espera de un libro perteneciente a este género literario.

Lo admito: antes de leer “Breaking Down” sólo vi la adaptación cinematográfica de las tres novelas anteriores (“Crepúsculo”, “Luna Nueva”, y “Eclipse”). Me alegro de no haber leído los textos en los que se basaron las películas mencionadas, pues en el libro cuarto (faltando ya sólo ochenta páginas para terminar) el que esto escribe percibía cómo la tensión dramática iba en aumento, esperando una resolución emocionante, épica, sangrienta y llena de vueltas de tuerca al pasar cada página… pero no fue así.

*SPOILERS AHEAD…*

Si son fans de “Twilight”, y no han leído “Breaking Down” absténganse de leer lo que sigue. Aunque la versión en español del libro se publicó en 2008 por grupo Santillana, presiento que los fans de hueso colorado ya conocen el final de la saga.

La tan esperada batalla final entre los vampiros rebeldes (y “vegetarianos”) del clan Cullen contra los poderosamente malvados Volturi, se convierte en una serie de desgastados discursos proselitistas acerca del amor enfermizo al poder, la sed de justicia y el derecho a la libertad. Sí, lo admito, hay algunos enfrentamientos físicos... pero todo es tan sutil que apenas si se percibe la acción. Todo se reduce a un enfrentamiento entre “súper poderes mentales”, a la altura de cualquier cómic de mediana calidad. O a la competencia entre dos personas de mirarse fijamente, a ver quién pestañea primero.

La decepción que producen las últimas páginas del libro se debe muy probablemente a que en el inicio se plantea a manera de premonición (mediante un par de pesadillas de Isabella) que la madre protegerá a su hija hasta las últimas consecuencias, en un sangriento combate contra el clan Volturi, pues la niña (por ser un híbrido) plantea un peligro para el secretismo con el que se han desenvuelto los vampiros a lo largo de la historia de la humanidad.

Sin embargo, las expectativas de una batalla campal, nunca se cumplen con la intensidad que se va generando en el lector a medida que se avanza en la narración. Para mí, las pesadillas-premoniciones de Isabella mientras está embarazada, no son un gancho para seguir leyendo el libro: son un miserable engaño a las expectativas del lector.

Pero bueno… Al fin y al cabo, todo sucede en el mundo creado por la Sra. Meyer, a quien hay que reconocerle el valor de haber echado por la borda (¿o mejor dicho, ignorado olímpicamente?) toda una tradición de mitos vampíricos para crear su propia mitología. Lo que no me parece es que haya dejado pasar el potencial de ciertos elementos que ella misma sembró en la trama, y que habrían hecho mucho más intenso el final de la saga: el collar que Aro regaló a Isabella, la ambición de los vampiros rumanos, y la presencia del testigo incómodo que era Charlie, en calidad de simple mortal.

*EL regalo del villano*

Poco después de que han transcurrido dos terceras partes de la historia, se siembra un elemento: un collar de oro (de textura similar a las escamas de una serpiente) que Aro, el líder Volturi, le envía de regalo a Isabella, para felicitarla por su matrimonio y reciente conversión en vampiro. Después, el collar simplemente se menciona de pasada, pero ya no tiene ninguna importancia en el desenlace de la historia.

En cualquier cuento que se respete del género fantástico, un regalo del villano (desde la manzana envenenada de Blancanieves, hasta el anillo de la trilogía de Tolkien) lleva una doble intención. El hecho de que la señora IsaBella‑Swan‑de‑Cullen llevara puesta la gargantilla al momento del enfrentamiento final me hizo creer que a una orden del villano, el collar iba a asfixiar a la protagónica, para ponerla fuera de combate (dado que nuestra heroína tiene un súper-poder que es crucial para ganar la batalla); pero no, fue un elemento dramático desperdiciado.

*UN PAR DE TRAIDORES A LA CAUSA*

En el transcurso de “Amanecer” aparecen dos personajes que tenían un potencial dramático, y que aparentaban tener importancia decisiva en el desenlace: los vampiros rumanos Vladimir y Stefan. Ellos pertenecen a un clan que fue derrotado por los Volturi siglos atrás, son una pareja que ansía con retomar el poder que detentaron. Sin embargo, cuando está a punto de producirse la batalla final, en el momento en que esperamos que se encienda la chispa que desate la masacre vampírica… ¡no pasa “nada”!

Sí, hay una victimaria que recibe su merecido, pero eso y nada más. Al final, todo se reduce a una lucha de argumentos y refutaciones entre seres superdotados, con los cuales ya no hay forma de identificarse, aterrizando en un final feliz, con un derramamiento de sangre a cuentagotas.

Una vuelta de tuerca interesante para esta historia y que le hubiera dado un clímax mucho más impactante, hubiera consistido en utilizar la ambición de poder de los vampiros rumanos para desatar una batalla campal donde “a río revuelto…”. Tan sencillo hubiera sido construir una intriga de que había alguien más, un humano que tuvo acceso al secreto de la existencia de los vampiros y los hombres lobo: el buen e inocente Charlie, el padre de Isabella.

Charlie sabía que Jacob y su clan podían transformarse en lobos, y vio a su propia hija antes y después de su transformación en inmortal. Bastaba con que Charlie, en su papel de policía del pueblo, averiguara toda la verdad y arribara en el campo de batalla, a bordo de su patrulla, justo en el momento en que se estaban tomando las decisiones de si habría o no una carnicería.

Después de la ejecución de la instigadora (la que provocó la llegada de los Volturi al pueblito de Forks) la aparición fortuita y sorpresiva del desprotegido Charlie, hubiera sido el detonante perfecto para que la tensión dramática elevara su temperatura a tal grado que una batalla a vida o muerte entre los clanes rivales fuera inevitable.

*¿VAMPIROS MESOAMERICANOS?*

Sin embargo, para ser justos, creo que fue acertado incluir una diversidad étnica de vampiros (amazonas, esquimales, egipcios, e irlandeses) conforme se iban engrosando la fila de inmortales “renegados”.

A mí, particularmente como mexicano, me llamó la atención de dos personajes que aparecen en las últimas 20 cuartillas del libro, y que además poseen información clave para el feliz desenlace de la historia. Creo que merecían haber aparecido al menos unas 100 cuartillas antes.

Me refiero a los vampiros Huilen y Nahuel (del vocablo ¿“Nahual”, tal vez?). Su llegada, desafortunadamente, aunque es sorpresiva, se siente muy deux ex machina, para que la novela concluyera con el clásico “Y fueron felices (literalmente) para siempre”.

1 comentario:

Maryam dijo...

Interesantes comentarios, y aunque tienes mucha razón en que pudo haber más acción, la verdad me encantan los finales felices y me consuela tanto el ver finalmente cumplido su sueño, de vivir enamorados por siempre n_n♥ (se que soy muy cursi pero me encanta que los buenos siempre triunfen al final auqnue se paren de pestañas los malos jiji).